Si tuviera las virtudes de un oráculo, si adivinaba el futuro como Walter Bauer, aquel enigmático astrólogo alemán de San Bernardino, capaz que Mario Abdo Benitez haya dejado de lado, quién sabe, sus aspiraciones presidenciales puesto que en sus primeros 22 meses de gobierno le tocó la peor parte, la pura hiel, que reservaba el destino a la república.
Pero nadie tiene la bola de cristal y son muy pocos en el mundo los que, como Rasputín, predecían el futuro para bien de su nación. Quizás Julio César, que para cruzar el Rubicón se dejó guiar por un ave en vuelo y; que se sepa, Moisés fue el único que gobernaba bajo la directa intervención de Dios por lo que conocía el presente y futuro de su pueblo.
Mario Abdo, como todo mortal, vino con lo puesto al poder y ni bien asumió se despeño la inundación, luego la larga sequía, la depauperación sojera y con esta la falta de circulante en el país y, como todo fuera poco, la pandemia que pone en jaque cualquier gobierno así sea el más poderoso y rico como al más modesto de cualquier parte del mundo.
Así y todo, sacando fuerzas de flaqueza, cayendo y volviendo a ponerse de pie, caminó e hizo caminar a la nación hacia el destino marcado. A pesar de los pesares se trabaja, quizás no con las ventajas con que se querría pero, pedaleando cuesta arriba, nadie queda con los brazos cruzados. Los paraguayos se sacuden junto a su presidente y, este, junto al pueblo.
En esta crisis sanitaria, sin paragón en el planeta, se presenta nuestro país con un gobierno con sobresalientes notas en el consenso universal. No solo los organismos internacionales (políticos, diplomáticos, financieros) sino los más grandes y prestigiosos medios de comunicación del mundo (Clarín, New York Times, BBC de Londres, Red Globo, Reuters, France Press, etc.) le otorgan a Marito el diez de los sobresalientes.
Pese a la pandemia, las tareas viales no han parado como tampoco el reconocimiento desde el exterior por el desempeño para el control de la pandemia.
Los 22 meses de gobierno, así los problemas de envergadura no han faltado, no dejan resquicios por donde filtrarse las voces agoreras, que las hay y en contante revoloteo como los murciélagos de los cuentos de terror de Kafka, Poe y King.
Los políticos están incómodos con el presidente porque este acumula méritos que no les dejan mariposear lo mismo que a algunos referentes del periodismo que de independiente pasó sin más trámites al político partidario como en su tiempo cumplían Patria, El Radical, El Enano, El Pueblo que como voceros de sus respectivos partidos políticos cumplían con su papel político.
Es probable que si Marito era taumaturgo como Bauer, el oráculo de Delfos, como lo llamaba Sindulfo Martínez, hubiera dicho “paso” hasta que, cuando pase todo lo amargo, en 2023, se presentaba a las elecciones en pos del cargo presidencial.
Pero no solo la política es la administración de realidades sino la vida misma, esa que enseña que si se presenta amarga bastaría con sacudirla, como el café, ya que el azúcar se acumula en el fondo de la taza. Administrar la nación al amparo de Dios, como de hecho pregona en sus discursos y, a lo mejor, por eso, capea tantas tormentas.