«Vox populi, vox Dei», decía un viejo adagio latino, que no es otra cosa al decir de Francis Bacon “la sabiduría de las multitudes”.
La voz del pueblo es la voz de Dios. El pueblo habló eligiendo a su presidente y a sus autoridades, pero por sobre todas las cosas fue contundente, porque la diferencia con el inmediato perseguidor Efraín Alegre fue abismal. Casi 1.300.000 votos dijeron sí al candidato del Partido Colorado, que ni siquiera salió de las entrañas del oficialismo gubernamental, más bien estuvo huérfano de cualquier ayuda que le pudiera brindar el poder que tiene la estructura del Estado, aun así, triunfó y por un amplio margen.
La oposición debe hacer una autocrítica y un “mea culpa” por lo mal que llevaron el proceso eleccionario, que pudo serles mucho más beneficioso. Nunca hay que subestimar al ocasional adversario, menos a un partido tradicional como el colorado que tiene oficio de poder, que además logró su objetivo a pesar de que los medios periodísticos con más llegada y formadores de opinión fueron implacables con el candidato de la ANR, instalando una idea propagandística a favor de la Concertación, pero a costa de la verdadera información.
El gran perdedor fue Efraín Alegre, a quien los principales dirigentes de su partido lo hacen responsable de la debacle electoral y de ser el firmante del certificado de defunción del centenario Partido Liberal. Lo acusan de tener un carácter excluyente, dejando de lado a figuras con peso político como Blas Llano, Carlos Mateo Balmelli entre otros, incluso dicen que llegó a prohibir la difusión de la polca liberal en las concentraciones, para no “herir” a los concertados. Además, lo acusan de no haberse aliado con la izquierda para hacer una chapa común, prefiriendo a Soledad Núñez con buen perfil, pero demasiado novata en temas electorales, cuyo esposo era quien tomaba las decisiones a veces hasta de forma autoritaria, lo que pesó y mucho a la hora de abroquelar votos que se fugaron hacia otro candidato, favoreciendo así a Payo Cubas, quien amenaza directamente las próximas chances del PLRA de ser la segunda fuerza política en el espectro político paraguayo.
Otros grandes perdedores fueron los partidos de izquierda, cuya otrora figura aglutinadora, el exobispo Fernando Lugo Méndez, no logró acceder a un escaño en la Cámara Alta y ni siquiera la figura del Pepe Mujica, quien acudió a dar una mano a los partidos fraternos de izquierda, pudo levantar el caudal electoral para estos; lo llamativo es el posicionamiento de Esperanza Martínez como única integrante del Parlamento por la izquierda y más de uno ya dijo, sí Efraín la elegía como dupla, otro pudo ser el cantar en estas elecciones.
El fenómeno electoral tiene nombre y apellido; Paraguayo Cubas, Payo como es conocido. Por más que expuso siempre su lado anárquico y a veces hasta delictual, revoleando su cinto por las avenidas y parajes más transitados, se hizo visible como uno más del pueblo y gustó desde el principio, por ello, es un fenómeno a tener en cuenta, por la forma de hacer política apelando al populismo, diciendo lo que la gente común quiere escuchar, pero que se tradujo en votos que expresaron el hartazgo de la ciudadanía hacia la clase política, muy desprestigiada en estos tiempos.
Al margen de ello, la gente prefirió al candidato del Partido Colorado por muchas razones. Peña no es un mal visto por la formación profesional que tiene, además no es un político tradicional y su campaña no se basó en el ataque a los adversarios. A la gran mayoría ciudadana ya no le gusta el discurso del odio, amén de ello, la alternancia no ofrecía propuestas de cambios, de hombres ni ideas. Se limitaban a un discurso de rencor hacia una persona (Cartes) que ni siquiera estaba disputando una candidatura.
Las elecciones se ganan con trabajo y participación, no desde las redes ni los medios. Desde la Concertación ni siquiera hicieron grandes concentraciones políticas, que siempre da una sensación de victoria al mover grandes masas populares, por ello las encuestas nacionales muy precisas, siempre le dieron la preferencia como favorito al candidato colorado, que pese a tener en contra hasta a la Embajada de los EE.UU. entrometiéndose alevosamente en asuntos internos del Paraguay, salió ganancioso, tal vez esto incluso lo favoreció, porque despertó un nacionalismo dormido en sus seguidores, muy adentrado en el ADN del Partido Nacional Republicano.
El Partido Colorado se caracterizó siempre por tener internas sangrientas, cuando esta termina se vuelve un todo homogéneo hasta hacerse con el poder, para volver a comenzar el ciclo, por eso es que persiste en el tiempo y asi como va la cuestión, seguirá persistiendo con sus luces y sombras, porque es la esencia de la democracia participativa y pluralista, si los otros partidos tradicionales no le entienden y no lo ven de esta forma, tienden a desaparecer como fuerza política.