En el staff de la Cancillería ya hablan de corrupción, abuso de poder, tráfico de influencias y asignaciones irregulares y mencionan un caso como muestra que se da en la sede diplomática paraguaya en Israel.
Nuestras fuentes señalan que el embajador Alejandro Rubin Cymerman habría utilizado su influencia para la contratación reiterada e injustificada de Fernando Alló Acevedo, quien viajó múltiples veces a pedido del mismo sin ocupar ningún cargo oficial en la embajada. Ahora maquillan un nuevo cargo para Fernando Allo Acevedo para cumplir nuevamente funciones en Israel, sin respetar los plazos establecidos en la Ley 6935, DEL SERVICIO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR.
Según funcionarios de carrera de Cancillería, ambos son conocidos por su hostigamiento. Esta decisión que viola la mencionada normativa genera miles de dólares en traslados sin justificación, que los contribuyentes paraguayos deben pagar.
A pesar de no contar con una designación formal en la sede diplomática, Alló Acevedo fue trasladado en reiteradas ocasiones, con todos sus gastos cubiertos por el Estado paraguayo, lo que representó un derroche de miles de dólares de recursos públicos. Además, durante ocho años, su presencia en la sede diplomática no obedeció a criterios de escalafón ni a necesidades reales del servicio exterior, señalaron desde la Cancillería nuestras fuentes.
Los diplomáticos de carrera se preguntan: ¿embajada o negocio personal? ¿Alejandro Rubin Cymerman ha convertido la sede diplomática en un feudo personal, manejando contrataciones y fondos públicos en beneficio propio y de sus allegados, violando incluso las normativas vigentes?